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20150526

Llano, María Graciela (1953 - )


Poeta y narradora nacida el 28 de Marzo de 1953 en Corrientes (Capital). Se graduó como Odontóloga en la Universidad Nacional del Nordeste (1975). En 1980 se radicó en forma definitiva en Formosa, previo recorrido por las provincias de Corrientes y Chaco. Realizó estudios en el Profesorado en Letras de la Universidad Nacional de Formosa.
Hasta 1985 trabajó en el Hospital de San Francisco de Laishí. A partir de 1986 integró el plantel de Odontólogos de la Ciudad de Formosa, prestando servicios en el Centro de Salud “2 de abril”, hasta jubilarse en 2013.
En el año 2004 ingresó al Profesorado en Letras en la Universidad Nacional de Formosa y tuvo un desempeño notable hasta el año 2008, cuando debió renunciar por motivos estrictamente personales y de mucho compromiso.
Actualmente se dedica a la actividad literaria, gracias a la cual integró varias antologías y recibió premios por sus obras. Recientemente fue seleccionada para integrar la antología A la luz de los caireles, que se encuentra en edición, con un cuento breve “Mi amigo Horacio”.
Por su poema premiado “Formosa en primavera” fue reconocida por el concurso "Argentina pueblo a pueblo" (2009), organizado por el diario Clarín, y fue seleccionada para su publicación por el suplemento Cultura del diario La Mañana.

Obras:

  • Corazón emotivo (2015)

En antologías:

  • "Formosa en primavera", poesía, en Letras sin nombres (2013)
  • "Olvidarte", poesía, en Letras del Face (2014)
  • "Pasos", poesía, en Cazuela (2014)

En revistas, diarios, web:



Formosa en Primavera

Hay una explosión de colores
una magia de acuarelas y óleos.
manchando los árboles de mis calles.
Formosa explota en primavera,
Vestida con sus galas más exóticas.
Naturales, hermosas, perfumadas
Hacen galas de sus tributos las falsas caobas,
los lapachos, las Santa Rita,
las azaleas, los jacarandaes en sus galerías
de matices y colores, aromas y fragancias.
Todo el paisaje es un inmenso estallido
de perfume y color, de magia desparramada
en las copas de los árboles, en las azoteas,
en los jardines, en las plazas y en las calles.
Formosa luce su luz propia,
es hermosa como su nombre lo indica
con su atuendo primaveral.
Cada día es un despliegue de una paleta de pintor;
cada día es una fragancia renovada en el aire fresco
de sus mañanas y en las tardecitas solariegas.
Formosa, eres muy bella, pequeña pero mágica
te pareces a una cajita de sorpresas
que de golpe, descubre colores, acordes, luces
y aromas de inusitada beldad.
¡Cuánto te amo Formosa!
Mi pueblo querido, soy tu hija del corazón
que te adora por ser mi segundo y verdadero hogar!
Y también será mi morada definitiva
el día que cierre mis ojos a la vida.

Olvidarte

Voy a olvidar a pedazos.
Sin metáforas, ni sinónimos
que recuerden algo de vos.
Hace tiempo que te fuiste,
que me dejaste las ruinas
de recuerdos, sin saber cómo pasó.
Así, de a pedazos trato de olvidarte.
Olvidar tu piel, tu aroma,
tus palabras, tu ánimo y todo lo que eres.
Voy a sacarte a empellones de mi alma,
sin tacto ni elegancia
Voy a echarte de mis emociones,
de mi conciencia y de mi razón
Te voy a insultar hasta cansarme
¡y que desaparezcas de una vez!
¡Qué manera de idealizarte!
¡Qué manera de extrañarte!
¡Qué manera de ansiarte!
¡Que no puedo arrancarte entero!
Necesito hacerte mil pedazos
para poder olvidar,
cada fracción tuya,
cada frase dicha,
cada promesa rota,
cada disculpa y cada reconciliación.
De a pedazos te destrozo
hasta que no poder armar tu imagen.
Tantas vestigios sueltos, tantas cosas rotas,
Que ya no puedo recordarte y sin embargo,
Sigo amándote, aunque ya no pueda restaurarte
y no sepa ni quién eres.
Sigo amando tus guiñapos,
Como quien ama destinos sueltos,
sin ninguna unión.

Pasos

Pasos furtivos, pasos apurados
pasos hacia delante, pasos hacia atrás;
de golpe, pasos al costado
indistintos a derecha o a izquierda.
Pasos tímidos sin acaso rozar el suelo
como empinándose en la punta de los pies.
Pasos pesados hundiendo la tierra
y dejando la impronta.
Pasos calzados, sutiles o cargados
pasos desnudos de plantas aladas.
¿Adónde irán? ¿De quienes serán?
Pies anónimos, pies con historias.
A veces me detengo solo a mirar los pies
que pueblan las calles y las aceras,
no miro los calzados, los adivino...
con solo observar las huellas imagino a sus dueños.
Mira aquella suave y liviana,
la sé de una niña púber corriendo
al encuentro de su amor primero.
Y aquella otra maciza y arrastrada, como un quejido
la del estibador del puerto con su pesada carga
aún sobre sus hombros, y es así,
porque apisona la tierra, la hunde, la cuartea.
Hay pasos incompletos, con algo empiezan
y abrupto final en punta: son las huellas de la mujer elegante;
la fina dama del zapato de colección y el tapado de piel!
De pronto, un paso...y al lado qué? sólo uno!
Nada...¿o si? un hueco redondo!
¡Ah! Es la del señor que perdió su pierna
en un cruento accidente y fue sustituida por la huella redonda
del bastón o la muleta.
Las huellas son señales que nos muestran la identidad
del que dejó el rastro, hay que intuirlas, dejar volar la imaginación
confrontar la forma, el peso, el arrastre
y  te dirán quién pasó.
No hace falta tampoco ver el rostro ni el cuerpo
solo mirar la señal dejada en la tierra o en la arena.
Y si no la ves, porque es en el cemento duro de la calle
o en la vereda de mosaicos apretados, también,
podrás saber de quienes son con solo agudizar el oído.
Pues escúchelas, sin necesidad de verlas,
pasos, pisadas, señales de vida
que denuncian a sus dueños.
Cada paso es distinto a otro,
es la huella digital de un caminante.

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