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20150519

Caballero, Tomás (1952 - )


Médico pediatra, narrador, poeta, dramaturgo y actor, nacido en Gran Guardia y residente en Formosa. Logró entrelazar su profesión con diferentes formas de expresión artístico-literarias.

En el campo literario participó de varios Congresos de Médicos Escritores,  de la Liga Sudamericana de Médicos Escritores y de la Asociación Médica Municipal de Buenos Aires, publicando cuentos y poesías en antologías diversas. 
En el campo teatral, se formó como actor en el taller del Grupo de Teatro Independiente Los Gregorianos (Formosa), bajo la dirección de Lázaro Mareco. 
Su formación artística abarca cursos de dramaturgia, talleres de teatro físico, talleres de escritura, trabajó como actor en teatro independiente, participó como actor en varios films, participó en festivales de teatros, provinciales, regionales, nacionales y en el Festival Internacional de Teatro de la Integración y el Reconocimiento (Formosa). Actuó en el Teatro Nacional Cervantes (Ciclo Teatro del País), en la Municipalidad de Ezeiza y en la Embajada Argentina en Asunción, Paraguay. 
Ha participado de los diferentes talleres, bajo la coordinación de artistas como como Ricardo Halac, Pablo Bontá, Roman Podolsky, Orlando Van Bredam y Hugo Cardozo.
En junio del año 2013 se aleja del grupo de teatro Los Gregorianos para pasar a formar parte de otro grupo de teatro independiente llamado Punto y Aparte.

Obras:

  • Canto de amor y esperanza I (2003)  
  • Canto de amor y esperanza II (2004) 
  • Entre cadillos y algodón (2006)  
  • Toguy (2012)

En antologías:

  • Poesia y Narrativa Actual (2003, como semifinalista del certamen iberoamericano de poesía y narrativa breve, ed. Nuevo Ser).
  • Antología Médicos Escritores (2004), y publicación on line Medicosescritores.com.ar
  • Nuevo Teatro Formoseño, obra "Toguy"(2009)

Distinciones:


  • Declaración de Interés Municipal de la localidad de Gran Guardia, por la presentación de los libros Canto de amor y esperanza I y II (Decreto 461/04)
  • Reconocimiento especial fuera de concurso, rubro Poesía, con el poema “Flor en pena”, III Congreso de Médicos Escritores (Asoc. Méd. Munic. de Cap. Fed., 2005)
  • 1° Premio, rubro Cuentos (XX Encuentro Nacional de Poetas y Escritores “Manuel Aldonate”- Peña El Tejar, Monteros, Tucumán, 2005)
  • 2° Mención de Honor, rubro Narrativa, Concurso “Una mirada a mi pueblo” (Dir. de Cultura de la Provincia de Formosa, 2006)
  • 3° Premio, rubro Poesía, IV Congreso de Médicos Escritores (Asoc. Méd. Munic. de Cap. Fed., 2006)
  • Mejor actor, Fiesta Provincial de Teatro (Formosa, 2012)

Obras teatrales como actor:

  • Participación en taller de teatro para adultos en “teatro los gregorianos” años 2005-2011
  • Intemperie (grupo Los Gregorianos, tres funciones, 2005)
  • Marionetas rotas (grupo Los Gregorianos, tres funciones, 2006)
  • El sabor de la derrota (Los Gregorianos, obra ganadora regional, ocho funciones, 2006)
  • Luna de sangre guaraní (grupo Los Gregorianos, obra ganadora regional, gira nacional, 2007-2008)
  • Las de Barranco (grupo Los Gregorianos, 2008)
  • Nuestras vacaciones (grupo Los Gregorianos, 2009)
  • Adaneva (acto apertura de presentación del poemario, actuado a cuatro voces en la Feria del Libro de Formosa, 2009)
  • Juana de América (en el rol de relator, radioteatro en escena, dir. Ruben Stella, 2010)
  • Contrainteligencia (grupo Los Gregorianos, ganadora provincial, 2010)
  • M'hijo el dotor (grupo Los Gregorianos, 2011)
  • La mierda del diablo (grupo Los Gregorianos, 2013)
  • Siempre  (grupo Punto y Aparte, 2014)
  • Otoño del '55 (Dir. Pablo Bontá, 2014)
  • Cien veces no debo (grupo Punto y Aparte, 2015)

Cine, televisión, cortos:

  • Videoclip del conjunto folklórico Los changos de Lavalle (como actor)
  • Fontana, la frontera interior, dir. Juan Bautista Stagnaro (como extra, 2008) 
  • Esteban Laureano Maradona, dir. Sebastian Caulier (como actor, 2010)
  • Cómo decírselo, unitario, dir. Aldo Cristanchi (como actor, 2011)
  • Repetir la historia, unitario, dir. Aldo Cristanchi (como actor, 2011)



Fragmento de Toguy (novela, 2012)


El accidente


Según lo convenido, al día siguiente me presenté,ya estaba esperando parado, miraba de reojo, con la cabeza medio agachada, como sintiendo culpa.
Saludé ignorando lo sucedido.
- Hola Toguy ¿Cómo estás?
- Bien.
No dijo más, miraba a mi alrededor con insistencia, como buscando algo.
Entonces me incliné, por la ventanilla saqué el paquete, se lo entregué. Estaba muy excitado, con rapidez rompió la envoltura y lo vio.
- ¡Gracias doña!, nunca recibí un regalo tan lindo, lo viá cuidá mucho pa’que dure una chorrera di años.
- Me alegro que te guste y sí..., quiero que lo cuides mucho, cuando ya no funcione, guardalo de recuerdo, para que siempre te acuerdes de quién te lo dio. Cambiando de tema ¿Y tu mamá?
- Por ahí anda ¿Me tenís el diman hasta que la traiga?
Entregó y salió corriendo. No se dio cuenta que un auto venía por la avenida. No tuvo tiempo de frenar, en un segundo su cuerpo era elevado por encima del capot del vehículo, cayó como una bolsa sobre el asfalto, oí un estampído seco, único, luego la quietud. Escalofríos y temblores me visitaron, paralizándome por un instante. Instante en que todo era confuso. El conductor bajó; sobre él se abalanzaron. Un muchacho de unos catorce años, sacó el cinto, amaneraba con pegarle. En seguida se acercó llorando una mujer gorda, de baja estatura, con los cabellos despeinados gritando:
- ¡Dejalo Cabezón!, ya lo vai a agarrá más tarde- y dirigiéndose al conductor: - Este es mi hijo ¿Qué li hiciste? ¡Criminal! ¡Maldito! - vociferaba mientras el hombre trataba de hablar hasta que con acierto lo dejaron balbucear:
- Llevémoslo al hospital urgente. Señora, por favor acompáñeme.
- ¡Matarlo es lo que tengo que hacé! Pero vamo’ antes que se muera el Toguy también.
Dicho esto, el señor lo subió a su auto y partieron. Observaba incrédula, subí al mío, los seguí hasta que llegamos al Hospital de Niños. ¡Hospital de Niños! ¡Dios mío! ¡Cuánto tiempo hace que no entraba a un lugar asi!.
Una pestilencia en el ambiente, mezcla de lavandina, cloaca sin funcionar, la mugre pintaba el piso. La negligencia lucía orgullosa. Las paredes, dejaban ver trozos de revoque, humedad, restos de pintura que hacían un perfecto ensamble con la dejadez del lugar. En medio de ese olor nauseabundo, ingresé.
Caminaba hacia el quirófano, tratando de esquivar a las madres y padres tirados en el piso, mugrientos, con sus bebes enfermos, tan sucios como ellos.
Razonaba, ¿Donde están las autoridades?¿Están todos ciegos? Hasta sentí culpa de esa realidad que ignoramos, nos hacemos los sordos, no escuchamos sus gritos de auxilio porque carecemos de capacidad de reacción o no queremos desviar nuestras miradas, vivimos como los topos, sumidos en nuestra propia cueva o como los caballos de tiro al que se le ocluye su mejor visión, con esas delesnables y molestas anteojeras. ¡Menos mal que los privilegiados son los niños!, si así no fuera ¿Qué seria esto?.
Antes de llegar, encontré a la señora gorda y despeinada que, continuaba llorando, le pregunté:
- ¿No sabe nada aún?
- Lo están operando, parece que se quebro una pierna nada más. ¿Tú quién sos?
- Soy amiga de su hijo, él iba a buscarla para que conversáramos cuando le sucedió esto.
- ¡Ah! - fue su única respuesta.
- Señora ¿le pidieron algo? ¿Algún medicamento? ¿Algún material?.
- Sí, una ristra i remedios, como no sé lee, se la entregue al hijo ‘e perra que lo atropello. Pero no parece tan malvao, le trajo todo lo que necesitaba y pago no se qué cosa más.
- Fue un accidente, el niño no vio el auto, pero todo se va a solucionar. Cuando pase esto, Usted y yo debemos conversar.
- Bueno... después.-
De pronto salió el médico, preguntó por la madre, le dejó flotando un escueto informe.
- Tuvimos que operar, fue fractura expuesta detibia y peroné, por suerte el hombre que lo arrolló consiguió con celeridad las placas y tornillos que hacían falta, que por cierto son muy caros. Ahora está dormido, bajo el efecto de la anestesia pero puede estar tranquila que se recuperará pronto.
- Si , Doctor - fue todo lo que dijo.
Y en seguida vimos pasar un enfermero que llevaba al niño en una camilla. Su semblante estaba pálido como la piel de un pomelo, dormía, era un ángel.
Lo llevaron a una sala, en la que había una serie de camas, una al lado de la otra, sin separción más que la que permite el paso de un hombre. Camas viejas, con colchones sin funda, sin sábanas, con la goma espuma desmembradas otras con medio cotín manchado con sangre o vaya uno a saber con qué inmundicia.
Más que hospital parecía un depósito de despojos humanos, una chacarita humana. Algunos sólos, otros acompañados por un montón de familiares, apiñados alrededor del enfermo, tomando mate, comiendo, contándose cosas, calificando al personal. Nadie se quejaba de las condiciones infrahumanas.
Me sentí en otro mundo, otra vez quedé pensando en cuánto sufrimiento, cuánta degradación, cuánta desolación aquejaba a esos niños enfermos, algunos moribundos, sin tener siquiera el alivio deun lecho sano, limpio, con los cuidados necesrios.
Aquí la fe luchaba igual que los niños por sobrevivir.
Pero ya llegarán las épocas de elecciones, el propio gobernante o su testaferro vendrá con dos o tres colchones a comprar una que otra miserable voluntad, abonando la corrupción, sosten de supoder.
Me quedé hasta que el niño despertó, a la par de su madre. Sentía arañada el alma. Mudo el corazón. Mi devoción empalidecía como perdía la rozagancia el rostro de Toguy.


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