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20150510

Cóceres, Ariel (1980 - )


Narrador, poeta, periodista, músico, docente y editor independiente. Nació en septiembre de 1980 en El Colorado provincia de Formosa. Se recibió de profesor de Lengua y Literatura en el Instituto de Formación Docente Continua y Técnica “RFA” (El Colorado). 
Además de la escritura, trabaja en radio desde los 14 años y se dedica a múltiples actividades como la producción y edición de materiales audiovisuales, cuenta con una editorial independiente bajo el nombre de “Adustiones libertarias, ediciones autónomas”; a lo largo de los años se ha desempeñado como músico en diferentes bandas de rock. 
Actualmente dicta clases en los I.S.F.D. de Misión Laishí y Villa Escolar, teniendo a su cargo las cátedras de Didáctica de la Lengua y la Literatura, Alfabetización Inicial, Lectura y Escritura Académica, Lengua y Literatura y Taller de Competencias Comunicativas. 

Obras: 

  • El Latido de la libertad (2006) 
  • El simbión de los oprimidos (2007) 
  • SeRes (2009) 
  • Adustiones Libertarias (2010) 
  • La Reina negra (2011) 
  • Corazón de asfalto (2012) 
  • El escriDiente (2013) 

Documentales, series y micros audiovisuales: 

  • Las luces de Meguexososchi (2009) 
  • Que el pasado no nos sea indiferente (2012) (en colaboración con ISFD "RFA" El Colorado-FSA) 
  • Historias Libertarias (2013- 2014) 
  • Fútbol y anarquismo (2014) 
  • Fuera de sector (2014) 
  • Bandas sin gobierno (2014) 
  • Autogestión (2014) 

Radio: 

  • "Más Rock" - Más FM 93.3 (1996- 2003) 
  • "Fuera del sector" - Más FM 93.3 (2005) 
  • "Fuera del sector" - Uno 100.9 (2010 - Actualidad) 
  • "Medio distorsionado" - Uno 100.9 (2011 - Actualidad) 

Bandas: 

  • Ahisma (2001) 
  • Cáncer de adagio (2003) 
  • The Vitalicios (2005) 
  • Impulso Perpetuo (2011) 




Poemas de Adustiones Libertarias (2010):

Los Soles Negros

Encaustos, letras de siempre,
escriben mi crepúsculo,
y así defiendo tu aurora
una parábola bizarra del sueño agitado
mi albor ahora puede ser tu sol.
Adustiones sagradas
contaminan los pasos del ganado
acelero el viaje, rutina de tus signos
semiótica construcción de morales inventadas
la realidad es un buen lugar para el conventillo de los reyes
palabras al borde de los albores terminales
mientras soñamos encontrarnos en nuestro nido lacayo
trazos quiméricos de lo que fuimos.


La nube en el alma

Los trashúmenos implantan sus narcóticos
ya nadie se puede salvar…
Encaustos, embraguen mi destino
adustiones, cambien mi toxina
no existe freno que pueda salvarlos…   

A la espera de Leviatán

Escribo desde mi exilio utópico
planeando encontrar mi sueño arcaico 
heces de ideas hegemónicas mojaron mi cuerpo
humedecido me dejé atrapar
mi mundo lóbrego te deja entrar
mi lecho frío te abraza
mi peligrosa esperanza observa el latente andar de la res acabada
soy un interfecto de alma
extrañando no pertenecerte
mintiéndote por lo que quise ser



Relato de El simbión de los oprimidos (2007)


Hierarches

Jerarca: (del griego Hierarches, de hierós, santo y de archo, mandar) Superior y principal en la jerarquía eclesiástica.

“…De igual modo que todos los animales, el hombre se adapta, se habitúa a la condiciones del medio en que vive, y por herencia transmite los hábitos y costumbres adquiridos. Nacido y criado en la esclavitud, heredero de una larga progenie de esclavos, el hombre, cuando ha comenzado a pensar, ha creído que la servidumbreera condición esencial de vida: la libertad le ha parecido un imposible…”
Enrrico Malatesta (fragmento de “Amor y anarquía”)
Mi dueño se llama Hierarches, él es mi divinidad, me enseñó como es la felicidad y me castiga cuando cometo algún error, como aquel de orinar en lugares que no corresponde o el de ladrar muy fuerte cuando no estoy conforme. Él elige mi comida, por la cual corro desenfrenadamente para buscarla, en el piso, cerca del tacho de basura.
Confieso que no existe nada más gozoso que salir a pasear, me pone mi collar de oro y me lleva a los lugares más hermosos, me señala dónde debo defecar, con quién debo amigarme y a quién debo despreciar. A la noche descanso en mi rinconcito, gozo con mis ropas viejas y sucias… y cuando los bichos inundan mi cabeza, no es problema, porque siempre me cura. Ellos son mis apestosos harapos que me rodean.
Hierarches es todo para mí, mientras yo duermo, él sueña por mí, y si hay que pensar, él también lo hace por mí… y hay días que hasta come por mí.
Ahora, les revelo un secreto (pero que quede entre nosotros): a lo único que le tengo mucho miedo es a la selva, si me pierdo allí, conviviré entre los tantos animales que ella acuna. Me disiparé ante la diversidad de sus razas, sus colores, sus dimensiones, tengo miedo de conocer, tengo mucho miedo. Es por ese motivo que cuido tanto mi collar de oro y lo protejo con toda mi baba de sabueso.


Fragmentos de El escriDiente (novela, 2013)

Cap 5

Los escriDientes, mastican la historia, la trituran, pero los críticos literarios la reforman, serían como unos odontólogos. ¿Quién creó la odontología? pensaba el escriDiente, ¿quién la habrá creado? Los dentistas, se pasan creando dolores innecesarios, perforando muelas, tapando orificios, su colega nunca creyó en ellos, decía, que la odontología al igual que muchas cosas de la actualidad era un negocio innecesario, que todo era un invento para que los dentistas puedan ganar plata, él lo sufrió en carne propia, le hicieron tantos orificios cuando niño que siendo un joven dejó de creer en estos fenómenos. Pensaba quién sería el odontólogo en un sistema capitalista, y automáticamente se acordaba del texto de Alexander Berkman y decía, lo que es el odontólogo al diente, es el
crítico a la literatura y el reformista al sistema.

(…) Si tú pusieras en práctica sus ideas en tu vida personal, nunca te sacarían el diente podrido que te causa dolor. Te lo sacarían un poco hoy, otro poco la semana que viene, y así durante meses o años, y entonces estarías en condiciones de sacártelo del todo, de modo que así no te haría mucho daño. Esa es la lógica del reformador. «No te apresures demasiado», no te saques inmediatamente un diente malo. El reformador piensa que puede mejorar a la gente mediante la ley. «Aprueba una nueva ley», dice siempre que algo va mal; «obliga a los hombres a ser buenos».

Cap 14

El escriDiente temblaba, marcó tres veces mal el número de Nabh-i, eran las 10 de la mañana, agarró las documentaciones, sacó su vehículo y decidió ir a darle su negativa a Nabh-i, ya no quería escribir más para ellos, ni para nadie, llegó, lo miró con ojos de frustración y le dijo:
- No puedo, discúlpenme, pero no puedo.
- ¿qué pasa amigo?
- No puedo escribir la historia, no me sale, no escucho, no leo, no veo…
- ¿Amigo? El que vos no tengas necesidades, o el que te hayas divorciado, no significa que puedas desligarte de nosotros, también tienes hijos, y todos trabajan para nosotros, ellos tienen tres o cuatro ingresos de capital gracias a Perún, también esos ingresos pueden necesitar tu nietos el día de mañana.
- Es que no pppf…
- No, pensalo mejor, te doy un minuto, vete al auto, y decide qué hacer. Después ven y dime qué decidiste.
El escriDiente le dio la espalda a Nabh-i y se fue al vehículo. Puso en marcha, abrió la ventana y le dijo:
- Cuando esté terminado te llamo. Apagó el celular y se marchó.
Llegó a su casa, observó que se venía una tormenta, preparó el mate, y se sentó a mirar el video, mientras recordaba a Anahí, golpeaba y golpeaba una lapicera reventada sobre la mesa, salpicaba y salpicaba la tinta. Sus ojos reflejaban el monitor, su mente estaba en otra parte, pensaba en las oportunidades perdidas hasta que una cosa lo asustó en la pantalla.

Me volví lento, cada vez más lento, y lento, y más lento. Ya no se podía llamar deslizar a lo que hacía, si hasta veía un caracol y me daba vergüenza verlo pasar y no poder alcanzarlo, con su esponjoso andar y con sus galantes antenas.
Y llegó el día en que me paralicé totalmente, no solo eso, sino que me trasformé en lo que una vez dijo Perún: Un afirmado, bien formado a sus pies. Mi cuerpo se volvió raíz, y de la raíz prendió una máquina independiente que se alimentaba con la luz solar, en eso me trasformé, en una máquina que miraba a el bulto jugar con una especie de yarará, que huía del dios Perún y de un peón.
Con envidia miraba al bulto, la yarará, los humanos, los autos y a los motociclistas… caminar por el mismo camino que algún día transité.

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