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20150513

Brítez, Nidia Teresa

Narradora y docente. Trabajó muchos años como maestra rural con chicos tobas en la provincia de Formosa. Se recibió de Profesora en Enseñanza Primaria y en Castellano  y Literatura en el Instituto Superior de Formación Docente “República Federal de Alemania” de El Colorado.
En la actualidad ejerce la docencia en la EES N° 139  y en el Instituto de Educación Superior “Profesor Eduardo Antonio Fracchia” de General José de San Martín, en la provincia del Chaco. En el 2014 publicó con Adustiones Libertarias ed. autogestiva “Ambiciones… Castigo” una obra en donde el lector podrá identificarse entre líneas e historias, entre el humor particular y las reflexiones profundas a las que la autora, irremediablemente, los transporta.

Obra:

  • Ambiciones… Castigo (2014)


Textos de Ambiciones… Castigo (2014)


El bar de los fracasos


“Descubrí tus ojos en un bar donde va a morir la soledad y el
otoño fuma un cigarrillo”
Víctor Heredia



Volví a mirar la hora: las 19:45, ya iba por el segundo café y el cuarto cigarrillo. Observé que el mozo me miraba con pésima disimulada compasión. Se acercó sonriendo, tal vez para infundirme valor (ya estaba habituado a percibir cotidianamente las esperas).
-¿Puedo hacer algo por usted?- me interrogó sin vueltas.
- Sí, por favor. Tráigame la cuenta, mi sombrero y el abrigo-le respondí. -Enseguida- dijo, y desapareció como dudando.
El bar no era muy amplio y a esa hora de la tarde ya no estaba tan concurrido. Había una tenue luz que apenas dejaba percibir los rostros dispersos en las distintas mesas. De fondo nos acompañaban las adorables canciones de José Feliciano. En ese lento atardecer de junio, la temperatura descendió notablemente y yo sentí el frío que me rozaba, pese a la excelente calefacción del lugar. El mozo regresó con la cuenta, el abrigo y el sombrero. Pagué. Sin embargo, me quedé sentada cerca del gran ventanal viendo a los transeúntes ir y venir. De pronto apareció. Se sentó frente a mí, sonrió dulcemente y me dijo: -Disculpá la tardanza, amor, es que hoy fue un día de locos- Yo apenas asentí con la cabeza, en el silencio que medió entre los dos sólo se escuchaba al inconfundible José Feliciano preguntar insistentemente: “¿Por qué te tengo que olvidar? ¿Por qué te tengo que olvidar? … si yo te amo, si yo te amo…”
Pidió un café y me miró con infinita ternura, y mi memoria retornó al día en que, en ese mismo lugar, nos conocimos. Desde ese entonces transcurrieron cinco dichosos años, pero había entre nosotros abismos insondables, distancias que eran imposibles de “acortar”, mundos e intereses que más tarde o más temprano, necesitarían atención por parte de los dos y era mejor “ocuparse” antes de que fuera demasiado tarde. Yo ya no tenía veinte años y había probado el rancio sabor de innumerables distopías. Él, en cambio, tenía un sinnúmero de utopías intactas y yo deseaba que nunca un viento en contra las dispersara.
Esperé que terminara su café y se lo dije: -Hoy es la última vez que nos vemos, ya no va más.
Percibí que la humedad de sus ojos podrían contagiar a los míos, entonces no encontré su mirada. -No me dejes-dijo -Yo te amo… -Yo no respondí. Me levanté y toqué su brazo al pasar.
Salí del bar. Me cerré el tapado y me oculté debajo del sombrero, el frío me recorrió sin piedad. Crucé la calle y, con firmes y apresurados pasos, me perdí en la oscuridad. Y me fui de allí… sin volver la vista atrás.


Apariencias

A Dani Orué, mi entrañable amigo.


- ¿Duele?
- ¡Sí, mucho!
- Aguante un poco más, diputado. Lo que pasa es que esta muela por fuera está muy linda, pero estoy seguro de que el problema está adentro.
- ¡Ay! ¡Apúrese!
- Tenga paciencia, diputado, las extracciones son más complicadas que los discursos; una muela está muy arraigada a su lugar y, convencida de que es útil, no la mueven dos o tres tironazos y… ¿qué reclaman ahora los indios, diputado?
- Subsidios, viviendas, transportes, planes trabajar, créditos agropecuarios, tierras… ¡Ay! …reclaman y reclaman… ¡Ay! ... y piden constantemente que se los atienda, pero hay que tener paciencia y usted sabe que lo que cuenta es la apariencia. Vamos a hacer una linda campaña… ¡Ay!... ¿Sabe? La cuestión es mostrar obediencia y sumisión, por eso hay que ser flexibles con ellos, porque nuestra imagen es la que cuenta.
- No se mueva ahora diputado, voy a tironear.
- ¡Ay! ¡Pare! ¡Espere! ¡Me va a arrancar la mandíbula! ¡Por favor!
- ¡Mírela, diputado! ¡Estaba tan linda por fuera! Pero yo tenía razón: está corroída por dentro.
- ¡Dios! ¿Por qué me dolió tanto?... ¡Me hizo ver las estrellas!
- Tenía razón usted, diputado, hay que cuidar la imagen aquí afuera, y porque se la veía tan linda, dócil, sumisa y flexible… ¡se la saqué sin anestesia!


¿Es Cierto?

A la comunidad toba de “El Desaguadero”.



- “… Porque la revolución de mayo ayudó a que los criollos fueran independientes, para que nunca más las potencias extranjeras invadieran nuestro territorio, dominaran a nuestros hermanos aborígenes y hubiera igualdad de oportunidades para todos, estos valientes hombres desalojaron a…”
- ¡Señora, una pregunta!
- ¡Levanten la mano! A ver, Juan.
- ¿Hay cocido hoy?
- Sí, enseguida va a haber cocido… “y… a partir de allí formaron un gobierno fuerte y unido…”
- ¡Señora! ¡Señora!.... ¿Con galleta?
- Sí, claro, Juan, con galleta… “…el virrey no quería irse de América del Sur; se sentía seguro en su autoridad, los criollos y aborígenes trabajaban para él…”
- ¿Cuántas?
- ¿Cuántas qué… Juan?
- ¿Cuántas galletas?
- Una con el cocido y otra con el almuerzo…
- ¡Ah!
- “...pero cuando se produjeron las invasiones inglesas, los criollos organizaron la defensa de la ciudad y demostraron que no necesitaban de la ayuda extranjera para vivir. A partir de entonces, criollos y aborígenes tuvieron igualdad de derechos…”
-¡Señora! ¡Traen el cocido! ¡Señora!
- Sí, préstense las tazas y no manchen los bancos… “…y todos vivieron en paz sin molestarse los unos a los otros.”
- Bueno, eso es todo. ¿Entendieron lo que es la patria?¿Hay alguna pregunta?
- Levanten la mano… A ver, Ignacio.
- ¿Señora, es cierto lo que dice Leonardo, señora?
- ¿Qué es lo que dice Leonardo, Ignacio?
- Dice que la comida de hoy va a tener carne… ¿Es cierto, señora?
- Sí, Ignacio… es cierto, es muy cierto que va a tener carne. Muy cierto.

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